Los niños y las TIC

Por Araceli Galán Martín
Artículo publicado originalmente en Maestra de Primaria Nº 101 de España
2013-04-08-niños-y-tics-2La naturalidad con la que nuestros alumnos se aproximan a las Tecnologías de la Información y la Comunicación les proporciona innegables beneficios de carácter educativo, social y de ocio. Sin embargo, también existen una serie de riesgos relacionados con las TIC, que pueden afectar de forma especial a los menores. Por ello, para que niños y adolescentes puedan disfrutar de las TIC en toda su extensión y aprovechar las múltiples posibilidades que estas les ofrecen, es clave que sepan cuáles son sus riesgos y conozcan la forma de afrontarlos. De ese modo, también aumentará la confianza de sus padres hacia las TIC y su incorporación a la sociedad del conocimiento.
Hoy día, todos y todas sabemos que internet y las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) tienen una presencia muy importante en nuestras vidas cotidianas. Mucho más en la vida de los niños, niñas y jóvenes que por haber nacido en un entorno dominado por la presencia tecnológica acceden con más facilidad que los adultos a la manipulación de estos nuevos lenguajes. Y lo hacen con tal grado de pericia, destreza y adaptación que sugerencias y experiencias a ese mundo que abren las nuevas TIC y que tantas posibilidades educativas nos propone.
¿Qué suelen hacer los niños y jóvenes con las TIC? ¿Qué hacen con internet?
Es importante partir de un concepto. Las TIC hoy día son un medio indispensable de la socialización y de la construcción identitaria. Los niños, niñas y jóvenes se construyen a ellos mismos de forma permanente cuando utilizan las TIC.
Las imágenes que deciden mostrar de ellos mismos o de las cosas que les gustan y prefieren, los relatos que deciden resaltar y con los que eligen fragmentos de la realidad, las modas que publicitan, las elecciones estéticas y artísticas, sus historias de amor, sus aventuras juveniles y hasta sus desventuras de crecimiento, los aprendizajes y las búsquedas que desarrollan, sus recorridos cotidianos, los trayectos que realizan, sus pasiones y sus odios, sus símbolos preferidos, y sus formas de mirar el pasado, presente y el futuro quedan plasmados y se reproducen mientras los chicos y las chicas, juegan, charlan, investigan o simplemente se entregan sin aparentes razones explícitas al mundo virtual a través de los ordenadores.
Los niños, las niñas y los jóvenes chatean, conversan con amigos y desconocidos, buscan información referida a temas de su interés, o los fanáticos de los blogs y los foros cuando eligen algunos de los cientos que hay en la red para discutir con habitantes de lugares remotos sobre un tema común, o intercambiar información válida sobre el mismo.
Las TIC los acompañan como tutores celosos en sus tareas escolares cotidianas, y en muchos casos, los niños no solo aprovechan la facilidad del “Copiar y Pegar” que permite la web sino que buscan información, la comparan con otra, seleccionan, editan, complementan con ideas propias, etc. En ese trabajo, aun cuando no le pongan ese nombre, contrastan “fuentes” de información. Los niños, las niñas y los jóvenes juegan en red o con juegos en de soportes técnicos. Hay miles de juegos on line que los distraen y estimulan sus sentidos durante varias horas del día y en algunos casos estos juegos se transforman en verdaderas compañías a falta de amigos cercanos o padres sin tiempo a causa de las ocupaciones cotidianas. Incluso son “refugio” para los chicos a los que no les dejan salir por problemas de “inseguridad”.
Bajan contenidos, principalmente música, películas, fotos, videos cortos, juegos, mapas, programas de televisión con los que luego cargan sus teléfonos móviles, MP3, MP4 y MP5.
Las TIC permiten, también, mantener encendida la llama del vínculo familiar, sobre todo cuando los seres queridos y muy cercanos están separados por la distancia de ciudades o países.
Los jóvenes también se dan a conocer a través de sus propias webs, blogs o fotologs donde aprovechan para subir información que les retrate de la manera más fiel posible, o de la manera que ellos desean mostrarse. Y qué mejor manera que una web que uno mismo administre y a la que uno mismo suba la selección de información más fiel a ese perfil que se desea transmitir. Y en algunos casos con resultados fantásticos.
¿A qué clases de riesgos nos exponen las TIC?
Las nuevas maneras de participar de entornos de diálogos abiertos a través de las nuevas TIC ofrecen muchas ventajas y algunos peligros para grandes y pequeños, que lejos de amedrentarnos tenemos que conocer para saber prevenir. Con esto nos referimos a:
- Que cuando chateamos, o utilizamos el correo electrónico estamos dando, en mayor o menor medida, datos personales y estos pueden ser utilizados por desconocidos para averiguar detalles de nuestra intimidad que muchas veces no estamos dispuestos a compartir con otros.
- Que aunque alguien piense que su imagen y las imágenes que portan las fotos que se suben pueden ser utilizadas con fines muy determinados, a menudo en la práctica se terminan utilizando para cosas que difieren en mucho de las intenciones de sus autores. Y es extremadamente difícil “quitar” de la web contenidos subidos.
- Los archivos que solemos recibir de personas desconocidas pueden contener virus o datos no adecuados.
- Que es relativamente fácil “inventar” una identidad para establecer contactos a través de internet. Tan fácil como crear una cuenta de correo o un usuario de chat.
- Como contrapartida, es relativamente difícil saber quién es el que nos ha escrito, desde qué máquina y cuándo.
- Que muchas veces los contactos virtuales terminan en acercamientos interpersonales y encuentros reales donde se producen relaciones de poder y abusos.
Esto nos lleva a estar alertas cuando personas que desconocemos nos piden fotos personales o nos hacen preguntas de nuestro entorno y nuestra vida familiar, o nos envían fotos personales aunque no se las hayamos solicitado y sobre todo cuando insisten en encontrarse con nosotros en algún lugar real.
Internet: un mundo peligroso con una riqueza enorme
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La escuela es una de las pocas instituciones a las que asisten (o deberían asistir) todos los niños y adolescentes de nuestra sociedad. Por eso es un lugar privilegiado de encuentro entre adultos y jóvenes, donde el diálogo puede darse verdaderamente como proceso, la cantidad de horas compartidas, la existencia de un lugar común, por la repetición de rituales cotidianos, y la cantidad de docentes que trabajan desempeñan en cada establecimiento.
La casa, por su parte, es el lugar más íntimo, donde se trazan los vínculos primarios y de socialización inicial de las personas, donde vivimos y satisfacemos muchas necesidades básicas.
Ambos espacios, escuela y casa, pueden ser lugares complementarios en el abordaje de la relación entre los jóvenes y las TIC. Ese abordaje debería ser, desde nuestro punto de vista, un acompañamiento. Pero un camino transitado en conjunto donde (sin borrar nuestro rol como adultos responsables, maestros, padres, etc.) aprendamos a aprender de los chicos, aprendamos a compartir conversaciones y prácticas donde valoremos sus propias maneras de usar las TIC.
Necesitamos construir una relación de confianza (ni intrusos ni indiferentes) con nuestros estudiantes e hijos para que cuenten con nosotros cuando tengan una duda, cuando se sientan incómodos, perciban algún riesgo o estén siendo víctimas de algún tipo de acoso, abuso, etc.
Comencemos por un principio básico de la época que nos toca vivir. Un principio que puede verse como debilidad, aunque en realidad se trata de una gran fortaleza. Ni el docente, ni las profesoras, ni los padres lo saben todo, y tampoco están en condiciones de dar respuesta sobre y cada uno de los problemas que presentan los niños, las niñas y jóvenes. Ya nadie espera eso de ellos, por suerte.
Es un gran alivio comprender que se puede enseñar, se puede transmitir valores y construir conceptos con los jóvenes sin que sea necesario ser el dueño de los saberes legítimos. Debemos ser capaces de establecer una nueva relación intergeneracional basada en la comunicación, la reflexión y la voluntad de escuchar.
Si podemos partir de ese punto, ya estaremos dando un gran paso a la búsqueda de soluciones compartidas.
¿Qué podemos hacer los docentes?
- Estar alertas
El rol del docente es crucial a la hora de detectar o reconocer cuando un niño o una niña tiene un problema emocional o de comportamiento que puede deberse a un posible abuso.
Generar las condiciones para que los niños se animen a contar lo que viven es un paso muy importante. Para los niños y niñas se trata de una manera de comenzar a defenderse, a crear redes de apoyo, a encontrar a personas donde depositar esperanzas de solución. Y tener en cuenta que cuando los niños cuentan situaciones de abuso casi nunca mienten. Es preferible arriesgarse a estar frente a una mentira que desestimar un relato por considerarlo a priori falso, porque cuando un niño deja de confiar, también deja de contar.
Y recordar que el culpable es el agresor, nunca el propio niño.
- Potenciar la autogestión y la autoprotección
El docente tiene que trabajar para lograr que los niños y las niñas adquieran o refuercen su SEGURIDAD y AUTOESTIMA. El niño tiene que sentirse orgulloso de sí mismo si quiere superar el daño que le ha causado el abuso, tiene que volver a creer en su inteligencia, en su astucia y en su capacidad de encontrar salidas aunque se encuentre frente a verdaderos callejones oscuros.
De la misma manera promover la AUTONOMÍA del niño en la toma de decisiones. El docente siempre tiene que hacerle sentir parte de las decisiones que toma y nunca ponerlo en situación de ser objeto de decisiones ajenas.

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